Calor radiante.
Los cuerpos calientes emiten en el espacio rayos, llamados caloríficos, que sólo difieren de los luminosos, a los que acompañan, por la mayor longitud de onda que tienen.
En el estudio del espectro solar se distinguen tres partes: los rayos ultravioleta, cuyas longitudes de onda son las más cortas; los rayos luminosos, que componen toda la parte visible del espectro; y los rayos infrarrojos, o caloríficos, que son los que tienen longitudes de onda mayores.
Las fuentes luminosas emiten casi todas una radiación oscura en el campo de las longitudes de onda menores y mayores que las de los rayos luminosos. Las diversas partes de estas radiaciones no están rigurosamente limitadas, es decir, que el comienzo del espectro luminoso no corresponde al final del espectro calorífico. En realidad, no existen rayos puramente caloríficos, sino sólo longitudes de onda de rayos que no impresionan de manera apreciable el ojo que los recibe.
La radiación calorífica como las demás, es absorbida en mayor o menor cantidad por todas las sustancias que atraviesa, pero las propiedades de absorción de cada uno de los cuerpos dependen de la longitud de onda de la radiación.
Los cuerpos que, como el vidrio, son transparentes a la luz absorben los rayos caloríficos y se denominan atérmanos; el cloruro de sodio, en cambio, es diatérmano, es decir, transparente no sólo a los rayos luminosos, sino a los de mayores longitudes de onda.
La emisión de la radiación de los cuerpos calientes representa para éstos una pérdida de energía y produce, por tanto, una disminución de la temperatura de los mismos. Este descenso depende, por una parte, de la temperatura y de la superficie de emisión y, por otra, de un coeficiente característico de la naturaleza de esta superficie, llamado poder emisivo. El poder emisivo más elevado es el de los cuerpos negros y se toma como unidad. El de las superficies brillantes y reflectoras es muy reducido.
Los cuerpos calientes emiten en el espacio rayos, llamados caloríficos, que sólo difieren de los luminosos, a los que acompañan, por la mayor longitud de onda que tienen.
En el estudio del espectro solar se distinguen tres partes: los rayos ultravioleta, cuyas longitudes de onda son las más cortas; los rayos luminosos, que componen toda la parte visible del espectro; y los rayos infrarrojos, o caloríficos, que son los que tienen longitudes de onda mayores.
Las fuentes luminosas emiten casi todas una radiación oscura en el campo de las longitudes de onda menores y mayores que las de los rayos luminosos. Las diversas partes de estas radiaciones no están rigurosamente limitadas, es decir, que el comienzo del espectro luminoso no corresponde al final del espectro calorífico. En realidad, no existen rayos puramente caloríficos, sino sólo longitudes de onda de rayos que no impresionan de manera apreciable el ojo que los recibe.
La radiación calorífica como las demás, es absorbida en mayor o menor cantidad por todas las sustancias que atraviesa, pero las propiedades de absorción de cada uno de los cuerpos dependen de la longitud de onda de la radiación.
Los cuerpos que, como el vidrio, son transparentes a la luz absorben los rayos caloríficos y se denominan atérmanos; el cloruro de sodio, en cambio, es diatérmano, es decir, transparente no sólo a los rayos luminosos, sino a los de mayores longitudes de onda.
La emisión de la radiación de los cuerpos calientes representa para éstos una pérdida de energía y produce, por tanto, una disminución de la temperatura de los mismos. Este descenso depende, por una parte, de la temperatura y de la superficie de emisión y, por otra, de un coeficiente característico de la naturaleza de esta superficie, llamado poder emisivo. El poder emisivo más elevado es el de los cuerpos negros y se toma como unidad. El de las superficies brillantes y reflectoras es muy reducido.
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